Desarrollo e Innovacion Educativa
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Bullying de Maestro a Alumno

 

Una de las modalidades de bullying es la que se denomina como acoso escolar de profesores a alumnos y/ alumnas, a veces pasada por alto o disfrazada como ejercicio de poder o de autoridad.

El acoso escolar por parte de profesores hacia los alumnos y/o alumnas es doblemente agravado. Si bien el bullying que se practica entre compañeros supone una relación de poder dialéctica entre dominador y dominado, el problema se establece entre pares, entre dos de una misma condición. No es el mismo caso cuando sucede de esta manera, ya que la equiparación de fuerzas es imposibleEl poder es todo de uno. Y el Profesor es quien decide en última instancia.

Haciendo una mala interpretación del sistema educativo, algunos docentes abusan de su situación de poder, por una razón o por otra, de los alumnos y/o alumnas “tomados como blanco”, que sufren desaprobaciones de exámenes sin causa visible, trato distante, mentiras, castigos, hasta llegar a casos graves de acoso como lo pueden ser el de tipo sexual (mucho más común de un profesor de sexo masculino al alumnado del género opuesto, utilizando frases como: “Me encuentro sólo”, “Estoy Enamorado de tí”, “Algún día salimos y te ayudo en tus problemas”…). Se utilizan alcanzando ribetes gravísimos como las amenazas de diferente índole. Pero en todo esto tiene mucho que ver la conformación de identidad del docente acosador.

PERFIL DEL AGRESOR

El profesor que ejerce el acoso escolar suele ser una persona que transporta sus problemas cotidianos y sus frustraciones hacia su alumnado, (No puedo con ellas, no atienden, no estudian, son malas, ¿Hablamos de sexo?, ¿Cómo se liga?…) que en realidad tendría que recibir de ellos instrucción y formación (Compañeros al año que viene me ayudáis a hacer las Programaciones). Generalmente están convencidos de que deben aplicar rigurosamente su autoridad. Incluso el reconocido autor en materia de bullying Tim Field ha llegado a trazar un perfil bastante elocuente de estas personas, que tienen:

Rasgos narcisistas.

  1. Tiene un sentido grandioso de su propia importancia
  2. Le absorben fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza, o amor ideal
  3. Se considera especial y único, y sólo puede ser comprendido, y sólo debería asociarse con otras personas especiales o de alto estatus personal o institucional.
  4. Requiere excesiva admiración (Es un síntoma que denota una baja autoestima y una gran preocupación por hacer bien el trabajo y por cómo son vistos por los demás).
  5. Tiene un gran sentido de sus propios derechos. Piensa que se le debe todo. Tiene un sentido de “categoría” con irrazonables expectativas de un trato especialmente favorable o de una aceptación automática de sus deseos.
  6. En sus relaciones interpersonales es explotador. Se aprovecha de los demás para conseguir sus propios fines (esperan que se les dé todo lo que deseen, sin importar lo que ello suponga para los demás, y pueden asumir que los demás están totalmente interesados en su bienestar).
  7. Carece de empatía y es reacio a reconocer o identificar las necesidades y sentimientos de los demás.
  8. Es frecuentemente envidioso de los demás o cree que los demás le tienen envidia (pueden llegar a devaluar a personas que hayan recibido una felicitación al pensar que ellos son más merecedores de la misma).
  9. Muestra actitudes y comportamientos arrogantes y altivos o prepotentes.

Rasgos Paranoicos

El trastorno paranoide de la personalidad se define como una tendencia generalizada e injustificada a interpretar las acciones de las personas como deliberadamente malintencionadas, aunque no presentan síntomas psicóticos, como delirios o alucinaciones. (No vienen a clase ni a los exámenes aunque haya quedado con ellas porque son malas).

Las características de este trastornos son las siguientes:

  1. Sospechan, sin base suficiente, que los demás los están explotando, dañando o engañando.
  2. Están preocupados con dudas injustificadas sobre la lealtad y confianza de amigos o asociados.
  3. Son reacios a confiar en otros debido a un miedo injustificado a que la información sea utilizada maliciosamente en su contra.
  4. Creen ver significados ocultos degradantes o amenazantes en comentarios o acontecimientos benignos.
  5. Guardan resentimiento de manera persistente; es decir, no perdonan insultos o desaires.
  6. Perciben ataques hacia su carácter o reputación que no resultan aparentes a los demás y rápidamente reaccionan con enfado o contraatacan.
  7. Sospechas recurrentes y sin justificación sobre la fidelidad de sus cónyuges o parejas sexuales.

Se autoconvencen de que tienen razón en su hostigamiento y de que su comportamiento es justo.

Los docentes que practican bullying sobre alumnos y/o alumnas suelen actuar motivados por el miedo. El miedo a perder el control de una clase, el miedo a ser agredidos por los jóvenes e incluso el miedo a ser dejados en ridículo por aquellos que se muestren talentosos e inteligentes. Lo más normal es que sean personas sin demasiada experiencia, formación ni preparación previa para tomar tamaña responsabilidad, la de educar a las futuras generaciones.

Lo que es peor en este tipo de casos es que la víctima puede ser, literalmente, cualquiera. No necesariamente tiene que ser un alumno retraído y con problemas de sociabilidad como sucede en el bullying entre pares, sino que perfectamente puede ser alguien totalmente trabajador y estudioso, guapa, educada y dulce, o como aquel que se la pasa generando revuelo o el que se mantiene indiferente. El problema está cuando el docente acosador pone el ojo sobre él o ella, motivado por ese miedo a ser desbordado en cualquier sentido por el que se sabe un eslabón debajo en la cadena del poder educativo.

Existe un problema más sobre este asunto: el acoso de profesor a alumno suele quedar impune y contar con mayor complicidad aún que el bullying entre pares. Es que, generalmente, los espectadores no suelen intervenir por temor.

UN PROBLEMA QUE PUEDE LLEGAR A ACARREAR GRAVES CONSECUENCIAS

El acoso de los profesores hacia los alumnos puede llegar a conllevar graves problemas para quien lo sufre, mucho más si se trata de un niño o un adolescente, pudiendo derivar en casos de absentismo escolar, trastornos de aprendizaje, rechazo a la educación formal y hasta incluso en episodios de violencia. Nada distinto al bullying entre pares en cuanto a consecuencias, pero con el agravante de ser practicado por alguien que se supone alcanzó su madurez como persona y que cuenta con una responsabilidad más que importante.

 
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