Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia sostiene que la exclusión en educación es multidimensional, tanto en sus causas como en sus efectos.
En ese sentido, verifica dicha multidimensionalidad, por una parte, por la diversidad de agentes implicados, ya que no sólo involucra a los niños a los que se les niega la asistencia a la escuela, sino también a aquellos que asisten pero no aprenden. También involucra a las políticas nacionales que no logran revertir o perpetúan la pobreza y la marginación social, y así socavan la capacidad de las familias de actuar a favor del desarrollo de sus hijos, ya que obliga, o por lo menos no generan condiciones favorables, para que las mismas perciban o puedan efectuar la escolarización de los niños como prioridad. Al mismo tiempo, involucra también a los mismos sistemas educativos y a las escuelas que negarían o harían dificultoso el acceso y la calidad a través de servicios inadecuados, costosos o distantes.
Por otra parte, la exclusión es también multidimensional en relación con los factores que inciden en el desarrollo humano, ya que sin los funcionamientos básicos requeridos para alcanzar una calidad de vida digna difícilmente se pueda aprender, pero a su vez si a un niño se le niega la educación es invariablemente privado de salud, nutrición, vivienda y protección adecuados, y de una comunidad segura. Además, porque esa negación genera efectos a largo plazo; cerrando las puertas al conocimiento, las habilidades y la auto-confianza necesarios para desarrollar acciones correctivas, ahora y en el futuro.
Según UNICEF, esta problemática requiere ser comprendida en contextos específicos y con condiciones particulares que niegan a ciertos niños la participación efectiva en el aprendizaje efectivo y relevante. Sugiere tres contextos amplios, que son:
1.- La familia y la comunidad: La participación y el éxito escolar están directamente relacionados con la situación de la familia, su pobreza, sus creencias a cerca de la condición de género y acerca del rol de los niños en la sociedad, el estatus y los recursos destinados al desarrollo psico-social y cognitivo, y de qué modo da respuesta a las necesidades básicas. También incide la comunidad, su diversidad sociocultural, los mecanismos para la resolución de conflictos, y su nivel de aislamiento respecto del sistema político y económico.
2.- La escuela y la burocracia: Las capacidades que un niño trae de su hogar son fortalecidas o debilitadas por el ambiente físico, intelectual y emocional de la escuela. La comprensión y aplicación de principios de desarrollo y aprendizaje por parte de los maestros, la supervisión a que sean sometidos y la calidad del currículum que proporcionan, la tolerancia del abuso por parte de la escuela o la insistencia en el respeto mutuo, su seguridad física, la salud y el desarrollo de la seguridad personal, todos contribuyen para dar la bienvenida o para rechazar a un niño. Eso requiere condiciones vinculadas a contenidos curriculares, normativas y aspectos administrativos e institucionales orientados al desarrollo de las capacidades del niño y no a su obstaculización.
3.- La política educativa: Las políticas educativas reflejan el compromiso de una nación con los niños y su aprendizaje. Ellas determinan cómo se distribuyen los presupuestos y de qué manera son entrenados los maestros, si hay llegada a los niños cultural o físicamente diferentes, así como el rango de las alternativas educativas provistas. El lenguaje de instrucción, el nivel de descentralización y la calidad del monitoreo determinan la condición de “amigas de los niños” de las escuelas.